Quienes aseguran que el punk rock ha muerto pueden tener razón si a lo que se refieren es al componente estético. Pero punk rock se sigue haciendo, y Amyl and The Sniffers son exponentes claros de que eso es así. En pleno siglo XXI,  la actitud, la rabia y la ira se siguen canalizando a través de canciones sencillas, rápidas, de gran pegada y presididas por unas guitarras que arañan y una voz que escupe fuego.

El grupo no procede ni de Inglaterra ni de Estados Unidos, consideradas las cunas del movimiento, sino de Australia, un país que por lo demás ha dado buenísimos nombres al punk rock. The Saints, por citar sólo a una banda. En 2016, la cantante Amy Taylor se juntó con el guitarrista Dec Martens, el bajista Gus Romer y el baterista Bryce Wilson para empezar a foguearse en pubs de su Melbourne natal. Allí empezaron a constatar que sus directos eran su punto fuerte. El rock acelerado, la distorsión y la mala leche siempre funcionan en vivo si se combinan bien y se lanzan mejor.

Su primer álbum data de 2019, se llama como ellos y fue publicado por  el sello australiano Fightless. El grupo ya dio muestras ahí de por dónde iban a ir sus tiros: canciones que no dan tregua, en las que no hay espacio para las florituras. Está claro que la que manda es la cantante, pero los músicos no le van a la zaga. Fue un disco que tuvo bastante repercusión en Australia y que también consiguió colarse -discretamente, eso sí- en las listas británicas.

Mejor aún les fueron las cosas con su continuación, ‘Comfort to me’, que vio la luz en septiembre de 2021 en la compañía B2B. Estilísticamente podría decirse que era más de lo mismo, pero también mejor. Mejor grabado, eso por supuesto, y con una banda más curtida y con mejores fundamentos. Fue aclamado por la crítica de medio mundo, entró en las listas de lo mejor del año de un buen número de revistas especializadas y consiguió buenas ventas en países como Estados Unidos o Alemania, además de mantener los feudos que ya habían ganado.