En los años noventa, sobre todo en Gran Bretaña, era una pregunta muy recurrente: ¿tú prefieres a Blur o a Oasis? La rivalidad entre las dos bandas recordaba a la que hubo (y hay) entre los fans de The Beatles y The Rolling Stones, con la diferencia de que los componentes de Beatles y Stones eran amigos y colaboraron en varias ocasiones. Los de Blur y Oasis, en cambio, se odiaban profundamente y no se cortaban a la hora de airearlo.

No está en el ánimo de esta web dilucidar si Blur fueron mejores que Oasis o viceversa, pero la controversia demuestra que realmente alcanzaron una popularidad importantísima. Los dos coleccionaron números uno en su país y durante unos años abanderaron ese movimiento que bautizaron como brit-pop y que volvió a situar a los grupos ingleses a la vanguardia del panorama musical. Como en la British Invasion de los sesenta, más o menos.

Pero dejemos a Oasis y centrémonos en Blur, un grupo que nació en 1988 en Londres liderado por el cantante y teclista Damon Albarn y secundado por el guitarrista Graham Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree. Podría decirse que aparecieron en el sitio justo y en el momento adecuado, porque con su primer disco ya formaron un alboroto importante. Se llamó ‘Leisure’, salió en 1991 con la independiente Food Records y desde ese instante empezaron a surgir a lo largo y ancho de la isla británica numerosísimas voces que ensalzaban sus canciones.

Lo cierto es que lo tenían todo. Generosas raciones de guitarras, eso por supuesto, pero también grandes dosis de melodía y, tanto en lo musical como en las letras, unas briznas de costumbrismo que remitían a The Kinks, grandes entre los grandes y una influencia reconocible (y reconocida) de la banda.

‘Modern life is rubbish’ (1993), ‘Parklife’ (1994) y ‘The great scape’ (1995), todos ellos en Food Records, mantuvieron al cuarteto en lo más alto. Se calcula que a esas alturas ya habían vendido seis millones de discos, sobre todo en su país de origen. Su éxito, de hecho, nunca se trasladó del todo al otro lado del charco; en Estados Unidos no parecieron entender muy bien sus creaciones. En Inglaterra, sin embargo, todo el mundo bailaba al son de ‘Girls & Boys’, ‘Parklife’ o ‘Song 2’.

Pasada la fiebre del brit-pop, Blur se vieron en la disyuntiva de seguir explotando la fórmula de canciones sencillas pero contundentes como un directo a la mandíbula, o explorar nuevos caminos. Entendieron que eso último les podía garantizar la continuidad a medio y largo plazo y de esa manera llegaron álbumes más difíciles de digerir como ‘Blur’ (1997, Parlophone), ’13’ (1999, EMI) y, sobre todo, ‘Think tank’ (2003, Parlophone), todo un giro temático, con canciones más largas, densas y complejas que significó, además, la salida del grupo de Coxon, uno de sus principales pilares. De hecho, ese disco lo grabó a trancas y barrancas, en espíritu estaba más fuera que dentro.

Coxon siguió en solitario pero Blur lo dejó. Damon Albarn sí que emprendió una carrera por su cuenta pero con tres vertientes: el grupo fantasma Gorillaz -con músicos de gran nivel y muy conocidos, pero que prefieren ocultar su identidad tanto en los discos como en las eventuales actuaciones en directo- otra formación llamada The good, the bad and the queen, donde colaboró con el exbajista de The Clash Paul Siimonon, y con álbumes bajo su propio nombre.

No obstante, Blur ha tenido un par de reuniones. La primera de ellas se produjo en diciembre de 2008 con un concierto en el Hyde Park de Londres. Participaron en varios festivales multitudinarios hasta 2013 y después lo dejaron de nuevo, aunque retomaron su proyecto en 2015, año en el que grabaron su última referencia hasta ahora, ‘The magic whip’ (Parlophone), con Graham Coxon a la guitarra. Hicieron una gira y, al término de la misma, Albarn dijo que la banda volvía a disolverse.

Parecía una disolución definitiva, pero en 2022 anunciaron que volvían a la carga y anunciaron una gira para 2023. Con la alineación titular, se podría decir. Porque Coxon, que en 2018 afirmó que esa vez sí que lo dejaba de manera definitiva, parece haber reconsiderado su postura y en principio estará con los demás.