Branquias Johnson

Branquias Johnson
Branquias Johnson
FOTO: Branquias Johnson en Planta Baja, 31-10-2017, Foto David Moya.

Una de las propuestas más peculiares del panorama del rock en España es la que representa Branquias Johnson, una especie de hombre orquesta que actúa en solitario. Es perfectamente de cantar, tocar la guitarra y accionar con un pie el bombo y con el otro la caja de la batería. Faltaría un bajo, pero eso ya es pedir demasiado.

“Soy un gordo que toca rock and roll de mierda”, se define con demasiada molestia este rondeño apasionado por los sonidos que hicieron furor en los años cincuenta, pero también a estilos sucesores como el garaje o el punk, un hombre sin complejos, en absoluto vanidoso y que afortunadamente carece del ego que es la cruz de tantísimos artistas.

Dice de sí mismo que es un pésimo artista, que toca fatal la guitarra, que es incapaz de versionar a muchos grupos porque sencillamente no les salen bien sus temas, pero Branquias Johnson tiene algo especial, un carisma indiscutible y un magnetismo que atrapa a quienes acuden a sus directos. Encuentran allí, además de buena música –porque toca bastante mejor de lo que proclama- una buena dosis de humor.

No vive exclusivamente de la música –eso es ahora mismo algo casi inalcanzable para la mayoría- pero sí tiene ya dos discos de los que poder presumir. El primero, publicado en 2019 bajo el título de ‘Electric finger’ (Discos Los Desheredados), se define como un compendio de garaje, rock and roll tradicional y unas gotas de punk.

El segundo también contiene cinco canciones. Salió en 2022, se titula ‘Ni plata ni miedo’ ((Folc Records) y él dice que trata sobre “cómo el simple hecho de existir se convierte en una competición, de la que sólo saldrán victoriosos los que ya hayan perdido el miedo a vivir y se alejen de esa absurda competencia”. Una filosofía muy a tener en cuenta. Como al propio Branquias Johnson, al que se debería tener en cuenta, como músico y como persona, bastante más de lo que él solicita.