Carlota
Carlota es el proyecto personal de corte pop-rock alternativo de César Rodríguez Alcaraz, un músico granadino que ha participado en distintas formaciones musicales de muy diferente carácter: Damon Robinson, Qüasar (proyecto de Jesús Arias y Ángel Doblas -TNT-), Royal Mail y Funkdacion, entre otras.
En su primer disco “2 0 2”, publicado en 2017, describe el mundo imaginario de la infancia a través de la música y las artes plásticas. "2 0 2” es algo más que un álbum, una historia que respira de manera paralela por tres formatos: vinilo, cd y libro-cuento. "2 0 2" es un álbum solista, pero con empaque de banda. Pretencioso sin renunciar a la canción inmediata, el trabajo narra una historia que respira de manera paralela en las ilustraciones de Inmaculada Melero y en el cómic de Amparo Crespo.
La versión en CD, grabada en digital, cuenta con una producción más cruda, facturada por el propio César con Cheluís Salmerón; suena como lo escucha el protagonista, con el pegamento del pop y la robustez del rock. En cambio, la versión en vinilo, registrada en directo y en analógico, ofrece otra visión, con arreglos y sonoridades más ricas y polimorfas que el mero pop-rock; es lo que suena a través de los oídos del personaje ilusorio. El cómic, por su lado, desarrolla el relato con otra perspectiva; todos los bocadillos contienen letras de “2 0 2”. César Rodríguez reivindica, por tanto, el disco que es mucho más que un disco: la obra de arte global.
“2 0 2” ha tenido un lustro de gestación, para finalmente condensar un caos ordenado íntegramente compuesto por César Rodríguez. Le acompañan en la aventura músicos de sobrada solvencia como Antonio Cervera, Toni Molina, Alberto Hernández, Dani Levy, Carlos Sánchez de Medina o Toni Mateos.
Subyace una cronología amorosa en los textos, sugerentes y con estribillos enérgicos. ¿Influencias? Habrá quien piense en Muse, Pearl Jam, Foo Fighters, Pasajero, Standstill o en Vetusta Morla.
Desde la seductora ‘Quién eres’ quedan a la vista las cartas. Una voz dulce o enrabietada según el momento. Intimismo azuzado por embates de virulencia eléctrica. Y una marejada de adrenalina. Canciones que parten de la introversión y que terminan refulgiendo épicas, volando alto.