“Diez años de lucha solitaria son suficientes para reventar”, cantaban Ilegales en los ochenta. En el caso de Doctor Divago no son diez sino 33 los años que llevan luchando contra viento y marea, entregando excelente material sonoro cada cierto tiempo y recibiendo a cambio los parabienes de la crítica especializada y la indiferencia del público en general. Si siguen en esto, está claro que lo hacen por amor a la música. Y eso es encomiable.

En 1989, Manolo Beltrán (voz y guitarra), Antonio Chumillas (armónica) y Asensio Ros (batería) armaron un grupo en el que, a lo largo de su historia, han colaborado otros muchos músicos. Ellos siguen siendo el núcleo duro de una formación que siempre apostó por el castellano como lengua para expresarse -y con letras muy interesantes, además- y por el rock como música para arroparlo.

En sus canciones hay ecos de blues y de otros ritmos negros, pero también muchos matices pillados de aquí y allá. Casi ningún estilo les resulta ajeno, en definitiva. El resultado es una propuesta muy personal, aunque también muy peculiar. A lo mejor por eso no entra en todos los oídos.

Han publicado a lo largo de su carrera trece discos, así como otros álbumes recopilatorios, rarezas y homenajes, como el que le hicieron a los Surfin’ Bichos, otros malditos del rock en español ciertamente reivindicables. Si bien es cierto que ya no trabajan al mismo ritmo que al principio, continúan en la brecha.

De hecho, en 2023 editan un nuevo disco, ‘La tierra prometida’ distribuido por Bonavena Música, una discográfica independiente. En ese terreno, en el de los sellos pequeños, es donde se han movido siempre, desde que debutaron con ‘Regalos vivos’. Pero ese compromiso con la independencia no les ha servido, tampoco, para engancharse al cargado carro del indie patrio. Ellos van a su bola, juegan su propia liga.