Hay un punto intermedio entre el soul clásico y el contemporáneo R&B (pronúnciese aranbí). En el caso de las cantantes, lo primero lo representaría Aretha Franklin y lo segundo, Erykah Badu. En esa zona entre lo uno y lo otro estaría por ejemplo Beyoncé, pero también Joss Stone, que sin tanto éxito a nivel mundial sí que es una referencia clara en su país, Inglaterra, donde sus once discos -el último de ellos, ‘Never forget my love’, lanzado en 2022 por Bay Street Records- han funcionado muy bien.

Joscelyne Eve Stoker, que así se llama en realidad, creció escuchando a cantantes de voz privilegiada como Dusty Springfield o la citada Aretha Franklin. Niña prodigio, con 16 años editó, en el año 2003, su primer disco, ‘The soul sessions’, que fue nominado al premio Mercury, uno de los más prestigiosos de su país, y en el que dio a conocer sus intenciones: hacer música de raíz negra pero impregnándolas de una personalidad pop.

Desde entonces ha desarrollado una carrera acompañada por el éxito, con discos brillantes como ‘Introducing... Joss Stone’ (2007), ganando premios Grammy -a la mejor intepretación R&B, compartido con John Legend y Van Hunt- codeándose con artistas de estilo similar, como India Arie, y con estrellas consagradas como Stevie Wonder o Jools Holland, y vendiendo en todo el mundo la nada despreciable cifra de 15 millones de discos.

Cantante versátil y capaz de llegar con suma facilidad a tonos agudos, lo que entusiasma a sus seguidores e impresiona a quienes la ven en directo, Joss Stone ha combinado su faceta musical con participaciones como actriz, sobre todo en televisión. En concreto, ha tenido papeles en las series Los Tudor y American Dreams. Y también le ha dado tiempo a participar en un proyecto con más estrellas que éxito: el grupo Superheavy, donde militaron también el Rolling Stone Mick Jagger, Dave Stewart (el de Eurythmics) y Damian Marley (uno de los numerosos hijos de ya sabemos quién) que, en su único disco, mezcló con no mucho tino el pop, el reggae y la música india.