Judith Hill

En una prolífica secuencia de sueños que duró una década, la cantante colaboró ​​con artistas icónicos en múltiples plataformas, géneros y medios. Hill fue seleccionado para hacer un dueto con el fallecido Michael Jackson en «I Just Can’t Stop Loving You» durante sus conciertos This Is It en Londres. Después de su repentino fallecimiento en junio de 2009, Hill cantó un número en el funeral de Jackson, colocándola en el mapa mundial en un instante. El ascenso de Judith a la fama se explora en 20 pies de estrellato, el documental narrado por Morgan Freeman, donde sus actuaciones ayudaron a ganar un Grammy a la Mejor Película Musical.

Hill fue tremendamente popular en la cuarta temporada del exitoso programa de televisión The Voice, trabajó con el cineasta Spike Lee y cantó en la banda sonora oficial de las principales películas del Dr. Seuss, The Lorax y Happy Feet Two. Hill contribuyó al tributo de la luminaria del jazz George Benson a Nat King Cole. Entre otros compromisos de alto perfil, Judith fue reclutada como apoyo directo en giras por estadios tanto para John Legend como para Josh Groban. Este último invitó a Hill al escenario todas las noches para realizar duetos, antes de que la pareja lanzara el sencillo «Remember When it Rained».

Después de descubrir al cantante en Revolt TV, donde expresó en voz alta su deseo de trabajar con él, Prince convocó a Hill a su famoso complejo de Paisley Park. Juntos grabaron su álbum debut en solitario Back in Time, un proyecto prometedor que el difunto genio produjo y tocó. Hill recibió muchos elogios de la crítica tras el lanzamiento del disco en 2015; un par de años más tarde, siguió con un segundo LP de producción propia, Golden Child.

Además de su prodigiosa lista de colaboradores, Judith cuenta con un ecléctico puñado de inspiración e influencia, incluidos Frederic Chopin, Antonio Carlos Jobim, Aretha Franklin, Nina Simone, Tata Vega, las Clark Sisters, Jimi Hendrix y Stevie Wonder. Uno puede captar sus expresiones matizadas dentro del tejido de su sonido y estilo. Sin embargo, en Baby, I’m Hollywood, la cantante llega justo a tiempo, orgullosamente cortada de su propia tela y firmemente arraigada en su universo funkadélico.