Kitty, Daisy and Lewis

Kitty, Daisy and Lewis

Estilo: Rock and roll/Garage




Kitty, Daisy and Lewis

Por Enrique Novi

Cuando en 2008 apareció en el mercado británico el primer álbum de Kitty, Daisy & Lewis, un lp homónimo que contenía las esencias del protorock'n'roll, todo el mundillo volvió los ojos hacia este descarado y sorprendente trío de jovenzuelos. Aquel disco fue una de las más maravillosas anomalías ocurridas en lo que va de siglo.

Para empezar el sonido era una fidelísima recreación de jump blues, western swing, boogie woogie, rockabilly y rhythm&blues, es decir, de los más genuinos estilos que dieron lugar al rock and roll antes del rock and roll, una delicia arcaica y anacrónica. Pero es que además, los artífices de aquel fabuloso artefacto, de aquel exquisito ejercicio de encanto retro eran tres hermanos que en el momento de publicar su primer single tenían las escalofriantes edades de 12 (Kitty), 14 (Lewis) y 16 años (Daisy).

El secreto por el que a estos púberes del norte de Londres les habían cautivado más los sonidos añejos de la América profunda que los bits de la música hecha por ordenador estaba en el seno de su propia familia, la que formaron Graeme Durham, guitarrista profesional y uno de los más cotizados ingenieros de sonido de Londres, e Ingrid Weiss, una madre que veinticinco años antes se sentaba a la batería de The Raincoats, una de las bandas que inundaron la city en la época del after punk.

En el local que regentaban mientras crecían los chiquillos sonaba la mejor música, de modo que una sólida formación se unió al excepcional talento que demostraban cada vez que agarraban cualquier instrumento, pues los tres hermanos alternan con pasmosa facilidad todo tipo de guitarras, mandolinas, pianos, armónicas o baterías.

Con estas cualidades y un fervor juvenil por la música más genuinamente americana, de Louis Jordan a Hank Williams, solo faltaba una imagen acorde con la estética vintage a la que los tres hermanos se entregaron con devoción. Así fue como se convirtieron en una de las sensaciones de los últimos años.

El efecto de su primer álbum se difuminó un tanto con la continuación, "Smoking in Heaven" (Sunday Best, 2011), para la que incorporaron otros ritmos igualmente nostálgicos pero abriendo el abanico en demasía. Así incluyeron en la coctelera que ya manejaban unas gotas de caplypso, un poquito de ska y rocksteady y hasta ciertos guiños funk. Ya se sabe que la juventud es volátil y sus gustos cambiantes.

A principios de este año, ya metidos en la década de los veinte, y perdido el factor sorpresa, el trío entregó su tercer largo, "The Third" (Sunday Best, 2015), con el que vuelven a ensanchar el enfoque. Se trata por un lado de madurar y adquirir personalidad, eludiendo el encasillamiento como mera banda revivalista, y por otro de mantener la coherencia artística, conscientes de que el impacto embriagador de aquel maravilloso cofre que nos encontramos semienterrado en 2008 nunca volverá a repetirse.

El talento de los muchachos permanece intacto y su pericia vocal e instrumental igualmente. A ello se suma el trabajo del ex guitarrista de The Clash y de Big Audio Dynamite, Mick jones, que además de ser el responsable de la producción se ha involucrado con el proyecto hasta convertirse en el cuarto Kitty, Daisy & Lewis. Su mano es más evidente en unos cortes que en otros, y sin estridencias logra situar al grupo en un punto intermedio entre sus inicios inequívocamente nostálgicos y la apertura mental de los grupos post-punk de los ochenta, cuando integraban sin remordimientos influencias ajenas venidas de lejanas latitudes.

Conservan el áspero encanto rudimentario de los comienzos mientras van adquiriendo una personalidad pop propia. Y sigue siendo obligatorio acudir a verlos a donde toquen

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