La cumbia es un ritmo que se presta a la fusión. Al pop le pasa tres cuartos de lo mismo. Los Totora mezclan lo uno con lo otro y el resultado es una música festiva, alegre y que invita a ser degustada en un ambiente distendido. Y si hay una pista de baile por allí cerca, mucho mejor.

Las totoras son hierbas altas que crecen al borde de las lagunas y que están cubiertas por juncos. El junco tiene la particularidad de que se puede doblar pero no se quiebra, y puede ser que esa fuera la virtud que quisieran resaltar cinco jóvenes amigos del barrio de La Plata, en Buenos Aires, cuando, en 2002, formaron el grupo, en un principio sin más intención que la de echar buenos ratos.

Sin embargo, con el tiempo ese objetivo se convirtió en algo más ambicioso, el de hacer llegar su música y su talento a todas partes. Los cantantes Julián Bruno y Juan Manuel Quieto y los hermanos Juan Ignacio, Nicolás y Santiago Giorgetti, que se ocupan de los teclados, el bajo y las percusiones, respectivamente, llevan creciendo desde entonces. Sobre todo en su país, donde sus actuaciones en directo congregan a miles de personas, pero con el tiempo también a otros países hispanoamericanos.

Reducidos a cuarteto desde 2018, tras la marcha de Julián Bruno, que no fue precisamente amistosa, Los Totora han seguido dando conciertos y grabando discos. Ya han registrado cinco, entre ellos uno en vivo, además de numerosos singles. A eso se han dedicado en los últimos años, solos o en compañía de colaboradores, porque el último álbum de la banda se remonta a 2015, lleva por título ‘Cuestión de tiempo’ y fue editado por la multinacional Warner.

La fama de Los Totora no decrece con los años sino más bien todo lo contrario. Ya tienen un nutrido grupo de seguidores en España y se han lanzado a por el mercado hispano de Estados Unidos, concentrado sobre todo en Miami pero también en Nueva York, San Francisco y Los Ángeles, lugares todos donde ya saben cómo se las gasta este cuarteto en directo.