Morad
El rap es un género en constante movimiento y que, para no estancarse, busca (y encuentra) continuamente nuevos elementos de los que nutrirse, otros estilos con las que mezclarse. En el caso de Morad, esa mezcla la tiene en los genes porque, aunque nacido en España, es de origen magrebí y aporta ese deje musical marroquí a sus composiciones.
La de Morad El Khattouti es una vida dura y azarosa, y eso también se nota en sus canciones. Se crió en un barrio de Hospitalet, ciudad del extrarradio de Barcelona donde no todo es de color de rosa. Cuando tenía 16 años le quitaron a su madre su custodia y a él lo trasladaron a un centro de menores, donde pasó dos años. Si ya antes de entrar escribía canciones de contenido social, su estancia allí le dio más argumentos todavía.
Porque Morad ha hablado siempre de lo que pasa en la calle. ‘No son de calle’ o ‘La calle me enseñó’ son, de hecho, dos de las primeras canciones que grabó. Eso ocurrió en el año 2018, después de que otro joven de origen marroquí, Beni Jr., le convenciera de que debía lanzarse por la senda del rap.
Desde entonces, lo suyo ha ido en claro ascenso. Sus letras sobre la delincuencia juvenil o sobre los abusos policiales que asegura haber presenciado calaron a un buen número de seguidores desde el principio. Su estilo beligerante, su forma de hablar sin pelos en la lengua le catapultaron a la primera división del rap en español.
Aunque, como otros muchos raperos contemporáneos, sube sus canciones a diversas plataformas y su éxito no se mide por el número de discos vendidos, sino por el de reproducciones y visualizaciones, Morad también ha recurrido al formato más o menos tradicional. En 2019 publicó ‘M.D.L.R.’, siglas que en francés significan Mec de la Rúa y en castellano, chico de la calle. Y en 2023, ‘Reinsertado’. Los dos son autoeditados porque Morad no confía demasiado en las discográficas. De hecho, según contó en un programa de televisión, rechazó un contrato con Sony Music que le iba a reportar 60.000 euros por dos discos.
Entre esos dos trabajos, entre esos cuatro años, le han pasado un montón de cosas. Por ejemplo, ha sido tocado por esa varita mágica que tiene el productor Bizarrap. Su participación en una de sus famosas sesiones le ha proporcionado millones de visitas y descargas, hasta el punto de que, si no le ha disputado el trono a Rosalía en esa faceta, poco le ha faltado.
También sufrió alguna que otra detención en ese periodo, acusado de conducir sin carné y más rápido de la cuenta o por allanamiento de morada, asunto este último que no se pudo probar. Las experiencias probablemente explican el nombre de su segundo álbum. En una entrevista asegura que él no sólo no delinque, sino que ayuda a su barrio y denuncia a quienes no hacen lo correcto. “Mis valores me han enseñado a eso”, dijo textualmente. De un chico que nació en 1999, esa conclusión y el talento que sin duda atesora hacen presagiar muchos triunfos musicales en un futuro próximo.