Libanesa, aunque afincada en Marsella y residente en Londres, Nadine Khouri se define como hija del desarraigo, y cuenta que sus canciones nacen motivadas por el doloroso sentimiento de saberse forastera a perpetuidad. Inevitablemente, su música suena a profunda melancolía, honestidad, y carácter confesional, pero también a belleza serena y elegante madurez.

Su espectral, cálida y delicada voz remite a las de Hope Sandoval, Stina Nordenstam o, Julee Cruise, y ejerce de pilar de una propuesta que parte de premisas eminentemente acústicas para erigir atmósferas ensoñadoras, perturbadoras y emocionantes. No sorprende que el prestigioso John Parish, con su exquisito gusto para las voces femeninas, recurriera a sus servicios, ni que haya producido para ella dos exquisitos discos de estudio que remiten al Nick Cave más sosegado, los The Walkabouts más polvorientos, y los Tindersticks más cinemáticos.