Rebe

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Lo de Rebeca Díaz, más conocida en círculos artísticos como Rebe, es difícil de clasificar. Su canción ‘Marisol’, por ejemplo, comienza con unos acordes robados a un pasodoble tan clásico como ‘El gato montés’ pero después deriva en una canción de tono lánguido, premeditadamente naif, que podría ser el equivalente nacional al pop electrónico de bajas revoluciones de, por ejemplo, Lana del Rey. O, puestos a remontarse en el tiempo algunos años más, al chillout de los años noventa.

La que también se hace llamar Rebequita la Bonita no tiene prejuicios, eso es evidente. Si le da la gana de versionar a Alejandro Sanz, a Cecilia o a Paulina Rubio, lo hace. Para ella, que comenzó en la música en 2018 usando, palabras textuales, “tecladitos de Casio antiguos”, las fronteras no existen y todo vale. O casi todo.

Asegura que canta como si le estuviera contando un secreto a alguien y tiene bastante razón, porque no parece dirigirse a una audiencia sino a una persona que esté a su lado en una habitación. La suya es música sin estridencias, aunque tampoco es precisamente relajada. Porque busca, en el fondo, alterar los estados de ánimo con su heterodoxa forma de componer (o adaptar).

Además, personalidad le sobra. Rechazó colaborar con C. Tangana en su exitoso disco ‘El madrileño’ con el simple argumento de que ese artista no le gusta. Parafraseando al gran Jesús Quintero, cuando le hizo el desplante a Montserrat Caballé: “Para diva, yo”. Y eso que sólo tiene 26 años.

Por ahora, su discografía consta de dos singles y EPs y dos álbumes: ‘Recuerdos de cuando me aplastó una roca y me morí’, lanzado en 2019 por Snap! Clap! Club, y ‘Sólo pasiones’, publicado en 2021 por la independiente Elefant. Asegura que tiene en la cabeza “millones de ideas”, así que es de esperar que eso se consagre más pronto que tarde en una carrera fructífera. Y seguramente diferente, porque Rebe es de las que copia pero no fotocopia, sino que le imprime a lo que hace su sello.