The Cure

A estas alturas, ver a The Cure es ver a unos mitos vivientes del rock, a una banda legendaria que ha demostrado, a lo largo de más de cuarenta años de trayectoria, una versatilidad y un dominio de los estilos que muy pocas formaciones pueden igualar. Quienes quieran ver en The Cure sólo al grupo de siniestros o de góticos están en su derecho, pero su música va muchísimo más allá.

Easy Cure -así se llamaron inicialmente- surgieron en pleno estallido punk en la poco divertida ciudad de Crawley. Desde el principio casi todo giró en torno a su cantante y guitarrista principal, Robert Smith. El bajista Simon Gallup fue desde siempre su principal escudero y Laurence ‘Lol’ Tolhurst se ocupó de la batería, aunque después pasó a los teclados. Suya es por cierta una autobiografía, ‘Cured’ que refleja de manera brillante cómo fueron esos difíciles primeros pasos.

En formato de trío debutaron en 1979 con el incontestable ‘Three imaginary boys’, al que sólo le sobra su horrible portada. Después llegaron ‘Seventeen seconds’, ‘Faith’ y ‘Pornography’, una trilogía con la que se adentraron en los sonidos oscuros, unas tonalidades mate, casi opacas, ejecutadas de forma magistral sólo con guitarra, bajo y batería y entre las que surgía, en un brillante contraste, la voz clara y aguda de Smith.

Esa frialdad y también su peculiar estética –negro riguroso, pelos cardados, maquillaje- les hicieron ganar un montón de seguidores, algunos de los cuales posiblemente se quedaron un poco decepcionados cuando la banda, ya entrada la década de los ochenta, empezó a experimentar con ritmos más alegres, plasmados en singles como ‘The lovecats’ –que se acerca bastante al swing- y en discos como ‘The head on the door’ (1986), posiblemente una de sus obras maestras.

En la segunda mitad de los ochenta acumularon éxitos y se hicieron muy populares. Su fama fue decreciendo en los noventa y también su actividad. Siguieron editando discos, pero ya no de forma tan continuada. Esa hiperactividad del principio -que incluía proyectos paralelos y colaboraciones con otras bandas, como la de Smith ejerciendo de guitarrista de Siouxsie & The Banshees- dio paso a un periodo más sosegado. Las giras y los excesos que suelen conllevar también les pasaron factura.

Pero siempre han seguido sacando buenos discos. ‘Bloodflowers’, editado en el año 2000, es una prueba palpable. ‘The Cure’, lanzado en 2004 y con un sonido más visceral, también. Robert Smith ha dicho varias veces que iba a dejarlo, que ya estaba bien, pero finalmente siempre se ha arrepentido.

Y no sólo eso, sino que cuando ha dicho de retomar el proyecto, ha decidido incorporar a músicos ilustres como Reeves Gabrels, guitarrista que trabajó en su día con David Bowie y que está en esta nueva gira mundial, un pretexto para presentar el disco que The Cure pondrá a la venta en 2023 y que ya tiene título, ‘Songs of a lost world’.