María Ruiz 'Deshielo' en Santiago de Compostela

María Ruiz

Dicen de muchos artistas que aprendieron antes a bailar que a andar, o que nacieron con un instrumento entre las manos. En el caso de María Ruiz, eso último no es exagerar demasiado, porque empezó a rasguear la guitarra cuando sólo tenía tres años. Ahí comenzó un aprendizaje que ella misma espera que nunca acabe.

La carrera musical de esta cantautora, que mezcla el folk con el pop y los aires flamencos, comenzó como vocalista del grupo Café Tijuana. Su sello empezó a imprimirlo ahí, aportando su poesía comprometida, ese aire lánguido que le da a sus temas y, sobre todo, su intención de fusionar estilos, porque limitarse a uno cuando el escaparate está tan lleno sería poco inteligente.

En 2015 se trasladó a Madrid y empezó a moverse por el circuito de salas para cantautores. Allí grabó su primer disco, ‘Metamorfosis’, que presentó en toda España a lo largo de una gira que se prolongó por espacio de tres años. Por fin el trabajo callado de tanto tiempo empezaba a dar sus frutos.

Pero mejor le irían las cosas con su segundo álbum, ‘El vuelo’ (Tótem Music, 2019), producido por La Mare, Eva Sierra, La Piltra y Nur Bonet. Todo en ese disco se ha depositado en manos de mujeres, en realidad, porque el diseño ha corrido a cargo de Claudia Morera, las mezclas son de Salomé Limón y la masterización, de Natalia Perman. Aunque lleva su firma, María Ruiz lo considera “un trabajo colectivo” que ahonda en la mezcla de estilos por la que nunca ha dejado de transitar.

Con ‘El vuelo’ bajo el brazo, la alicantina, de 36 años, ha vuelto a hacer otra de las cosas que más le gustan: dar conciertos. Es cierto que la pandemia le cortó las alas (llamándose así el disco, el juego de palabras era inevitable), pero, pasada ésta, ha reemprendido su gira con la seguridad de que está haciendo lo que le gusta hacer. Asegura que le encanta que se refieran a ella como cantautora, porque también lo fueron artistas a los que admira como Mercedes Sosa, Chavela Vargas o Joan Manuel Serrat. Sigue labrándose su camino y ahora, el viento, le es favorable.