Un pingüino en mi ascensor

Un pingüino en mi ascensor
Un pingüino en mi ascensor

Un pingüino en mi ascensor nace en 1985, cuando el madrileño José Luis Moro decide empezar a mostrar al mundo las primeras canciones que compone en la soledad de su dormitorio, con la sola ayuda de un teclado con ritmos Yamaha PSR 60, el hermano mayor del Casiotone.

En 1987 sale a la calle su primer disco, un mini-LP con seis canciones que incluye el que será su primer hit: “Espiando a mi vecina”. En 1988, tras publicar el segundo álbum, “El balneario”, Mario Gil, excomponente de grupos míticos como Paraíso o La Mode, se incorpora a la banda. Esos últimos años de la década son los de mayor proyección de la banda, que recorre el país con nuevos éxitos como “Atrapados en el ascensor”.

Al comenzar los 90, tras una serie de desencuentros con su compañía discográfica, Mario y José Luis deciden aparcar su carrera musical y se consagran a sus respectivas ocupaciones paralelas. José Luis se convierte en creativo publicitario -hoy tiene su propia agencia de publicidad, Pingüino Torreblanca, y es uno de los publicitarios españoles más premiados, con 15 premios Ondas, entre otros muchos- y Mario emprende una frenética carrera como ambientador musical y creador de incontables sintonías de televisión, como la de “El precio justo”.

A partir de ese momento, la música pasará a ser una actividad secundaria a la que dedican el escaso tiempo libre que les dejan sus respectivas profesiones. Aún así, continúan actuando siempre que pueden y publicando nuevos discos, “En la variedad está la diversión” (1993), “Pingüimatic”(1999), “Piromanía” (2004), Sex & Drugs & Nasal Pop” (2014), “Espantapalomas” (2017) y “Hace sol y es viernes” (2022).