Tío Pepe Festival
- María José Llergo / Flamenco/Copla
María José Llergo
María José Llergo lleva ya tiempo consagrada como una de las voces de la nueva generación del flamenco. El suyo es un cante con peso, profundo, con el atuendo de sus contemporáneos, pero pensando como en el siglo XX. En 2023 ha llegado la última demostración de que no es una promesa sino una realidad. Es un disco llamado ‘Ultrabelleza’, que edita Sony Music y que supone su segundo álbum, tras el celebrado ‘Sanación’ que salió en 2020.
Desde Pozoblanco, Córdoba, se fue a Barcelona para estudiar en la ESMUC llevando en su maleta las canciones de Manolo Caracol o Antonio Machín que le enseñó su abuelo mientras trabajaba en el campo. Y poco más. Cuando entonó ‘Mira que eres linda’ dejó sin habla a quien la escuchaba en la Rambla del Raval, y con apenas un par de canciones (dígase ‘Niña de las dunas’, grabada en su pueblo, con gente de allí, como un homenaje más a sus raíces, a lo andalusí) y en plena veintena, ya quedó claro que la suya es una voz difícil de catalogar y que brilla libre y sin ataduras, como ocurre a menudo con el arte en su estado puro.
Es flamenca de vocación pero tiene formación clásica. Estudió violín durante diez años y también aprendió a cantar jazz nada menos que en el Liceu de Barcelona, pero se decantó pronto por la música que tenía dentro y también la aprendió de manera académica, en la Escuela Superior de Música de Cataluña.
Su todavía corta carrera se ha visto recompensada no sólo por el cariño de un número creciente de fans, sino también de premios como el Goya a la mejor canción, que recibió en el año 2022 por ‘Te espera el mar’, que apareció en la película ‘Mediterráneo’.
Por pertenecer a la misma generación y por ser ambas compositoras de sus temas, a María José Llergo la han comparado con Rosalía, aunque es obvio que hay diferencias estilísticas importantes. Las dos han partido de la misma base, pero, aunque María José Llergo no le hace ascos a nuevas corrientes y en su música hay claros guiños a la electrónica, no llega al punto rupturista de la catalana.
Sin embargo, sí tiene claro que si el flamenco aspira a seguir siendo algo, debe hacerlo a costa de enriquecerse con otras corrientes. La ortodoxia siempre se tiene que respetar en los sitios donde hay que hacerlo, pero ceñirse sólo a eso es conducir al estilo a una vía muerta. Y ella lucha precisamente por lo contrario.