Javier Ojeda (Danza Invisible)
Estilo: Pop-rock/Indie
El nombre de Javier Ojeda va íntimamente ligado al del grupo Danza Invisible, aunque lo cierto es que el cantante también mantiene una intensa actividad como artista en solitario y su agenda no está en absoluto falta de conciertos. Conciertos en los que el público respeta por supuesto sus temas pero en los que, obviamente, también le reclama los que hicieron tremendamente popular a la formación malagueña.
De Torremolinos, en concreto. Allí nacieron Danza Invisible en 1982. Tras ganar el Concurso de Rock Alcazaba, organizado por el Ayuntamiento de Jerez, grabaron el mini-LP ‘Sueños’ y un año más tarde, su primer largo, ‘Contacto interior’, que contenía su primer gran éxito, ‘Tiempo de amor’.
Sus influencias estaban muy claras y Simple Minds era la más notoria de ellas. Pero con el tiempo el quinteto consiguió dos cosas: diversificar su estilo y demostrar, a base de unos directos incendiarios, que tenían un nivelazo como músicos y que se les debía tomar en serio. Eso fue exactamente lo que sucedió y, disco tras disco, Danza Invisible se convirtió en una banda esencial en el panorama del pop-rock español de los ochenta.
Entraron en los noventa como un cohete, con canciones como ‘Catalina’, que llegaron a lo más alto de las listas, pero a esas alturas comenzaron también las fricciones internas y éstas tuvieron como resultado la salida de la banda de su fundador y principal compositor, Ricardo Texidó. Desde entonces, fuera por esa circunstancia o porque el público empezaba a demandar otro sonido, los malagueños no volvieron a llegar tan alto. Aunque sí que siguió teniendo fama de sonar muy bien en directo.
El debú de Javier Ojeda en solitario se produjo en 2006 con ‘Polo Sur’, aunque un año antes su voz había sonado en toda España como invitado en la canción ‘No me crees’ del grupo Efecto Mariposa. El elepé sirvió para que saliera de lo que se podría llamar su zona de confort y se acercara a ritmos como el bolero o el swing, si bien es verdad que con Danza Invisible ya había coqueteado con géneros diferentes al rock, por ejemplo en la versión de ‘Yolanda’ de Pablo Milanés.
En 2011 llegó ‘Reverso’, un álbum en directo con canciones propias y otras del repertorio habitual de Danza Invisible -con los que nunca ha dejado de colaborar- y en 2014 y 2016 lo hicieron ‘Barrio de La Paz, acto 1’ y ‘Barrio de La Paz, actos 2 y 3’, dos curiosas aproximaciones a estilos como el mambo, el son, la rumba o la guaracha y en los que las guitarras cedían protagonismo al piano y la percusión.
Posteriormente, en 2018 publicó un disco de cuatro canciones titulado ‘Días de vino y cosas’, al que le siguió en 2021 ‘Decantando’, un trabajo más largo, más completo y también más complejo donde tienen cabida el soul y el funk –dos de los estilos preferidos del artista- y que presentó en una gira de más de cuarenta conciertos. Para completar el círculo, algunas grabaciones de ese tour vieron la luz en forma de disco en el año 2022. Su título es ‘Los castillos del mar’, lo lanzó Apple Records e incluye, cómo no, algún que otro tema de la banda con la que se dio a conocer y con la que sigue ligado por lazos afectivos y, sobre todo, musicales.
En 2024 publica un recopilatorio "Poliamor", que dista mucho de ser un grandes éxitos a la usanza para convertirse en un catálogo felizmente caleidoscópico cubriendo un amplio espectro que incluye desde su más reciente trayectoria, "No sé decirte adiós" y "Pájaros libres”, hasta odas al desamor que aquí flotan inopinadamente sobre ritmos cálidos como "Mientras el cuerpo aguante" y "No quiero bailar”, pasando por rescates de sus melodías más personales de su carrera con Danza Invisible o su lado más croonerístico en "Amante a la antigua" o "Son amores".