Muchos grupos regresan, pero El Último de la Fila nunca parece habérselo planteado en serio. Y mientras el que daba la cara, que era Manolo García, sigue llenando pabellones, el (aparentemente) introspectivo guitarrista, Quimi Portet, ha preferido tomárselo con mucha más calma. Pero sigue en activo y dando conciertos.

Liquidada, quién sabe de manera definitiva, la sociedad que formó con García, con quien de hecho coincidió aún antes, en Los Burros, Quimi Portet inició en 1987 una carrera en solitario que ha estado marcada por su interés por experimentar en lo musical y, de paso, por su intención de expresarse en catalán.

El músico, nacido en Vic en 1957, desarrolla desde entonces un estilo que, puestos a etiquetar, podría definirse como rock surrealista. Sus canciones no buscan llegar a lo más alto de las listas de éxito -debe pensar que eso ya lo consiguió- sino seguir expresándose como artista creativo. Además, ha desarrollado una carrera como productor que le ha llevado a colaborar con gente aún más extraña, en el buen sentido de la palabra, como Albert Pla.

Sin prisa pero sin pausa, ha publicado diez discos, el primero de ellos mientras aún era la mitad de El Último de la Fila y los demás, alejado de un tipo de música que sencillamente se negó a seguir haciendo. Editando en su lugar trabajos con buenas guitarras, como ‘Festa major d’hivern’, lanzado por la independiente Fina Estampa en 2018. Lo demás, el que se haya declarado independentista, a lo cual tiene derecho, o que protagonizara un incidente (bochornoso, desde luego) con un camarero que no le atendió en catalán, no dejan de ser anécdotas. Una cosa es el músico y otra el personaje, nunca hay que mezclar.