Se llama Diego García aunque para el mundo de la música es El Twanguero, un nombre que revela cuál es su principal influencia como guitarrista. La palabra twang solía utilizarse para describir el sonido reverberante de las guitarras de Duane Eddy y otros grandes del rock and roll y el surf instrumental de los cincuenta, como Dick Dale o Link Wray, y es la que escogió este excepcional músico que a pesar de contar con dos Grammy latinos y acumular superlativos por parte de la prensa norteamericana, sigue siendo un secreto solo conocido por los iniciados en su propio país.

Virtuoso de su instrumento pero no exhibicionista, El Twanguero mezcla en su propuesta influencias del folk norteamericano, del flamenco y del sonido clásico de la guitarra española, todo ello rematado con su dominio de la técnica del fingerpickin’, propio del blues y del folk de Los Apalaches.

El ‘prócer de la guitarra’, como ha sido llamado por la prensa norteamericana, que se rindió a sus habilidades tras su gira por el país, comenzó a tocar a la tierna edad de seis años, y decidió emprender una carrera en solitario después de una vida como acompañante de artistas de todo pelaje entre los que se cuentan nombres como los de Andrés Calamaro, Santiago Auserón, Juanes, Wyclef Jean, Jaime Urrutia, Fito Páez, Enrique Bunbury, Ely Guerra, Raphael, Camilo Sesto, Ana Torroja, José María Cano, Yerbabuena, Adriana Varela, Diego Torres o Diego El Cigala.

Precisamente con el cantaor Diego El Cigala acometió la gira Sintiendo América en 2012, que le valió el reconocimiento unánime de la prensa por la originalidad de su fusión entre el flamenco y el sonido eléctrico de su guitarra, y al año siguiente obtuvo uno de sus Grammy por el trabajo de coproducción en el disco “Romance de la Luna Tucumana”, firmado por El Cigala.

Ha sido comparado con Ry Cooder o con Santana por su mezcla entre el rock de raíces y los ritmos latinos, donde se dan la mano el mambo, el swing, la rumba, la cumbia y el rockabilly, siempre en busca del baile más trepidante.

El músico valenciano debutó en 2005 con el álbum “Octupus”, al que le siguió “Twanguero” en 2008, antes de acometer la conocida como su ‘trilogía americana’, que comenzó en 2010 con “The Brooklyn Sessions”, publicado como los anteriores por la Fundación Autor, continuó con “Argentina SongBook” (Warner Music, 2013), y culminó en 2015 con el celebrado “Pachuco” (Warner Music) y el ep “Gallo Negro”, que vendría a ser la segunda parte de este álbum.

Una versión del 'Rascayú' de posguerra a medias con ¡Ara Malikian! abre su siguiente disco 'Electric Sunset' (2018), el primero que grabó en su residencia de Los Ángeles, tras como buen nómada haber pisado tierras de México, Argentina y todo el sur de los USA. Zonas geográficas donde nacen las dos músicas que más le inspiran: el rock y la música latina, dando forma a este reciente trabajo elementos como el rockabilly, los lagartales sonoros de Morricone más almeriense, el pasodoble, o la cumbia.

En 2022 publica "Carreteras secundarias vol. 2", el segundo volumen de su viaje sonoro por el continente americano. Esta vez se traslada a América del Sur, pasando un tiempo grabando en la jungla de Costa Rica desde donde hace un recorrido por los sonidos latinoamericanos armado tan solo con su guitarra Ramirez. Aunque mantiene ecos del blues y el ragtime que unen los puertos de Nueva Orleans y Limón (Costa Rica) y a las ceremonias de ayahuasca, donde los espacios sonoros son más amplios y meditativos en 'Carreteras Secundarias Vol. 2' la música se vuelve más introspectiva y el oyente experimenta un viaje momentáneo a la jungla.

En septiembre de 2024 vuelve con "Panamérica", del que adelantó a lo largo del año los singles La Cumbia sin Nombre, Fue tanto el amor, La Bikina, y Pupilas, con videoclip.

"Panamerica" es una mezcla mayormente instrumental de guitarra eléctrica y herencia del rock norteamericano con influencias de América Latina. Presenta una colección de pistas impregnadas de bolero, cumbia, tejano, ranchera y rumba, complementadas con toques de surf hawaiano y música country.