Ariel Rot
Estilo: Pop-rock/Indie
Nació en Argentina en 1960 y sigue conservando su acento, pero con la de tiempo que lleva aquí, se puede afirmar casi sin lugar a dudas que Ariel Rot es un músico español. Y uno de los buenos, además. Su categoría como guitarrista, reconocida y alabada por sus colegas de profesión, la complementa con una versatilidad casi sin parangón a la hora de componer y, como se comprobó con su programa televisivo ‘Un país para escucharlo’, une a todo lo anterior unas innatas dotes de comunicador. Es, por lo demás, un tipo que cae bien a todo el mundo. Por algo será.
Como muchos otros paisanos, se vino a España huyendo de la dictadura argentina. Sus antepasados sabían bien qué es eso: llegaron a Argentina desde Ucrania para escapar de los nazis, primero, y más tarde de los soviéticos. Ariel, en consecuencia, tiene un gen nómada.
Llegó a España en 1976 y trabó amistad con otro argentino exiliado, Alejo Stivel, con el que formó un grupo, llamado Tequila, que en pocos años se convirtió en una auténtica referencia en España e Hispanoamérica. Armados de ritmos poderosos, claramente deudores de los Rolling Stones, y de estribillos irresistibles, Tequila reinaron en las listas de éxitos hasta que las drogas duras aparecieron e hicieron añicos la banda. Eso ocurrió en 1981, después de cuatro discos superventas.
Ariel Rot optó por seguir en solitario y en 1984 editó su primer disco, ‘Debajo del puente’, con un sonido más oscuro y menos comercial. Tampoco dio en la diana con su continuación, ‘Vértigo’ (1985), pero poco después llegó en su auxilio otro paisano, Andrés Calamaro, que recurrió a él como colaborador en un plan de discos para, posteriormente, formar otra banda que arrasó: Los Rodríguez.
Los noventa fueron suyos. Canciones como ‘Sin documentos’, ‘Dulce condena’ o ‘Engánchate conmigo’ triunfaron sin paliativos, y los cuatro discos que grabaron entre 1991 y 1995 funcionaron francamente bien. No sólo por sus ventas, que vender más de 200.000 copias de un álbum no es nada fácil, sino porque mantuvieron intacto su prestigio entre el sector más exigente del rock en español. Es un equilibrio que muy pocas formaciones han logrado.
Rot volvió a verse sin grupo, pero le quedaban amigos y buenos contactos. Gracias a ellos regresó en 1997 con un disco a su propio nombre, ‘Hablando solo’, en el que le acompañaban nada menos que los Attractions de Elvis Costello. Desde entonces han llegado otros ocho álbumes, además de un recopilatorio, el directo ‘En vivo mucho mejor’ (2001) y numerosas colaboraciones con músicos diversos y dispersos, todo lo cual le ha dado por fin el reconocimiento que merecía.
Últimamente se ha centrado en su programa televisivo y en intervenciones en discos de otros. Su última referencia en solitario es `La manada´ (2016, Warner Records), producido por Jose Nortes, su compinche desde hace más de una década) e interpretado con espíritu de banda de rock.
Mantiene ese gusto suyo por pasearse con cintura por los géneros con un dominio que apabulla: del rock sin contemplaciones de ‘Una semana encerrado’, ‘Espero que me disculpen’ (puesto en pie junto a los jóvenes discípulos de Los Zigarros: ¡sangre fresca para la máquina!) y ‘Muy complicado’, pasando por tremendas baladas como ‘Solamente adiós’ (una canción majestuosa), ‘La manada’ y ‘En el borde de la orilla’ (casi acústica).
Pero también puede bordar un blues correoso en ‘Se me hizo tarde muy pronto’, coquetear con intención con el jazz en ‘Vagabundo’ y ‘Una nube que pasó’”, con el swing en ‘Me voy de viaje’ o acercarse con convicción a Nueva Orleans en ‘Broder’. Y todo eso lo hace porque puede, porque quiere y porque sabe.