Primer ejemplar producto de la Red, el ‘pornoautor’ Chivi es uno de esos artistas creado en su momento por el ‘boca a boca’ cibernético hasta que saltó a las ligas normales para arrasar en primera instancia. Sus canciones eróticas, escatológicas (y pornográficas directamente), desinhibidas hasta el exabrupto si es necesario, le granjearon un amplísimo número de seguidores, que con el tiempo fueron pasando poco a poco a otras cosas.

“El Chivi somos todos” aseguraban el periodista Pol Rodellar haciendo una radiografía precisa del fenómeno, y seguía: “forma parte de nosotros. Este personaje representa ese rincón jodido que todos tenemos, son esas noches de borrachera en las que terminamos rompiendo botellas en bares de pakistaníes o esos momentos en los que nos metemos unos yogures dentro de la chaqueta y nos largamos del Lidl sin pagar. El Chivi es como cruzar la línea entre el bien y el mal, es ese otro “nosotros” que tanto luchamos por ocultar”.

Este émulo del Sabina más canalla y viejo verde, tiene una curiosa capacidad crítica cuando sale del bajo vientre y sus rituales, y así en 2008 decidió dar un descanso a su personaje "Chivi" para retomar su estilo original y ‘debutó’ con el disco Estado Natural, esta vez firmado por José Córdoba, donde sus letras adquirían un tono más maduro.

Pero en tiempos de resurrecciones generalizadas, le ha hecho un masaje cardíaco a su altergo, resucitándolo con el disco Quince sombras de Chivi.

En su último concierto El Chivi nos cuenta por qué llevan más de 20 años llamándole "Radikal" en una suerte de monólogo-concierto.