Por fortuna, algunos artistas flamencos tienen claro que ese estilo no tiene por qué permanecer inamovible; que está sujeto, como todo, a las innovaciones y las mejoras que le pueda proporcionar su mezcla con otros géneros. Es algo que entendió en su momento Paco de Lucía, que después aplicó Camarón y a lo que más tarde se apuntó también Enrique Morente, por citar tres ejemplos de grandes exponentes flamencos. Diego El Cigala también está en eso y en su caso, aunque su carrera es larga y fructífera, probablemente lo que más se recordará de él será su colaboración con el pianista cubano Bebo Valdés, plasmada en el álbum ‘Lágrimas negras’ (Calle 54 Records-BMG, 2003), que cumplió 20 años en 2023 y lo celebró con una apmplia gira.

En 2024 lanza “Obras maestras”, el disco número 14 de Diego el Cigala, en el que traza un apasionado camino por inigualables referentes del cancionero latinoamericano, salvo algunas joyas de autor sin género definido. Una colección de canciones absolutamente conocidas y reconocidas en español y allende, que el Maestro Cigala ha querido subrayar y dejar saber al público que son sus tesoros.

Nacido como Ramón Jiménez Salazar en 1968, su reconversión en Diego vino por una disputa familiar en la misma pila bautismal, y lo de Cigala, gracias a los hermanos Losada, una familia de reconocido prestigio y larga trayectoria dentro del mundo del flamenco.

Madrileño del mismísimo Rastro, su talento y su eco inconfundible vienen heredados de la cuna. Con 12 años, ganó su primer galardón, al que le siguieron a lo largo de toda su trayectoria una inmensa nómina de prestigiosos premios que avalan una impecable carrera artística.

Artista de indudable fama internacional, ha plasmado su maestría y su gusto por mezclar géneros y músicas del mundo en doce trabajos discográficos, dos de ellos en directo, que han recibido un reconocimiento sin precedentes. El último de ellos es ‘Cigala canta a México’ (Sony, 2020) y es otra muestra de que estamos ante un flamenco que no para de ampliar sus horizontes musicales.

Porque casi desde sus inicios, desde el ‘Undebei’ de 1998 -es curioso que, siendo tan precoz, grabara su primer disco cuando ya tenía treinta años- Diego se ha acercado a géneros más o menos fronterizos, como el tango, que al cabo no deja de ser un cante de ida y vuelta y al que homenajeó en ‘Cigala & Tango’ (2010, Cigala Music) y en ‘Romance de la luna tucumana’ (Universal, 2013), y también ha explorado otras facetas del arte en general, como lo hizo con la pintura con ‘Picasso en mis ojos’ (Sony, 2005), en el que por cierto colabora lo mejor de lo mejor: a las guitarras Paco de Lucía, Tomatito, Raimundo Amador, Josemi Carmona, Diego Morao, Manuel Parrilla y Paquete; a la trompeta, Jerry González, y por si todo eso fuera poco, Ramón el Portugués, Porrina, Bandolero, Piraña…

Desde su colaboración con Bebo Valdés, El Cigala se ha convertido en una celebridad y han abundado sus apariciones en televisión, no siempre afortunadas. Además, ha prestado su voz para el doblaje de Buzzlightyear, uno de los personajes principales de la serie de películas Toy Story, y hasta se ha visto envuelto en episodios desagradables como una denuncia por malos tratos. Vive a veces en España y a veces en la República Dominicana y sigue dando conciertos, creando y pensando en nuevas mezclas, en nuevas formas de enriquecer el flamenco.