Empremtes
- Antònia Font / Pop-rock/Indie
Para muchos de sus seguidores fue casi un drama que Antònia Font se separaran en 2013. Para esos mismos fans, su retorno en 2021 supuso un auténtico alivio. El grupo mallorquín, activista del pop pluscuamperfecto, no regresó para tocar viejos temas sino que grabó nuevo material, recopilado en ‘Un minut estroboscópica’ (The Orchard Music, 2022).
Joan Miquel Oliver se puso al frente de la nave a finales del siglo pasado con el doble propósito de hacer pop atemporal y de cantarlo en catalán aunque eso significase que su propuesta llegara a menos gente. El cantante y guitarrista es el único componente estable de una formación que siempre ha dado la impresión de hacer música como para que fluya con tranquilidad. Recuerdan un poco en eso a Belle and Sebastian y a otras bandas de lo que se conoce como pop de cámara. Aunque en su caso introducen algún elemento más mediterráneo, cosa lógica porque han nacido allí y no en los verdes prados de Escocia.
Antònia Font, por cierto, no ha tocado en ningún disco del grupo. Era una compañera de facultad de Joan Miquel que ayudó al grupo en sus inicios, antes aún de que debutaran con su álbum homónimo, al que siguieron otros ocho antes de que Oliver decidiera centrarse en otros proyectos, sobre todo escribir canciones para otros, y disolviera la banda.
Hasta entonces habían recibido numerosos parabienes de la prensa musical, sobre todo la que se difunde desde Cataluña, y eran un grupo fijo en las recopilaciones de lo mejor de cada año para la revista Rockdelux. Radio 4 también los tuvo en muy alta consideración y, en definitiva, eran una referencia para el pop nacional y, muy especialmente, para los catalanoparlantes.
El regreso, tras nueve años de ausencia, ha servido para demostrar que su reputación sigue intacta. “La magia continúa”, sentenció el Diario de Mallorca para reseñar un trabajo en el que Oliver mantiene su liderazgo y su condición de creador de canciones especiales y a la vez sencillas. Él mismo ha declarado que su intención es que la gente, cuando escucha a Antònia Font, se sienta “más feliz”. No es una afirimación cursi aunque pueda parecerlo. Es una aspiración profunda y difícil de alcanzar.